El cambio de hora nos afecta a todos pero no afecta a todo el mundo de la mismo manera. Mientras que a una persona joven o adulta le suele comportar pocos días a adaptarse al nuevo horario, a una persona mayor puede costarle muchos días, e incluso semanas, encontrarse nuevamente adaptada. Esto es debido a la rigidez y carencia de flexibilidad que presentan ante los cambios puesto que suelen tener las rutinas muy marcadas y el hecho de tener que tomarse la medicación una hora más tarde del habitual los puede hacer tambalear todo el día; motivo por el cual se generará malestar, irritabilidad, apatía o falta de atención y concentración
La afectación es mayor si hablamos de personas mayores que sufren una demencia como la enfermedad de Alzheimer puesto que el aumento o disminución de horas de sol hace que se levanten antes o duerman más tiempo y esto hace que se encuentren todavía más desorientadas y, consecuentemente que los síntomas de la enfermedad se acentúen (cambios de humor o alteraciones conductuales, entre otros). Esta afectación, solo se daría en personas que se encuentran en estadios iniciales de la enfermedad porque en estadios más avanzados no hay conciencia del ciclo vigilia-sueño y, por lo tanto, no hay la capacidad de percibir si hay cambios en la hora o en sus rutinas.